sábado, 24 de septiembre de 2016

Dos bellezas para ti, para nosotrxs - Beatriz Llenín Figueroa


foto; Christian Rodríguez
(Publicado originalmente en el periódico
Claridad Puerto Rico)

1.        Porque estás más perdía que un juey bizco en Caguas…

…siendo como eres de la provincia que colinda entre Isabela y San Sebastián, pides direcciones. Esperas las proverbiales “pasas dos o tres luces, no sé, eso es un más o menos, tú sae; cuando llegues a una intersección donde hay un macdónal, fíjate bien –creo que es macdónal, puede que sea bergerkín–, fíjate muy bien, porque por ahí no es.” O, en la alternativa, “te pasaste.”

Pero no. Te dan instrucciones de otro tipo, muy detalladas, muy precisas, con datos como: cuando llegues a Óscar, doblas a la derecha; en la luz de Atento, doblas a la izquierda; coges la calle de Crema. ¡Diablo, en Caguas están bien alante! ¡Ya le levantaron estatua a Óscar López (¡Libertad para Óscar, AHORA!)! ¡Desistieron de los monumentos horripilantes al nombre del municipio, al soldado caído o al colonizador asesino! Cuando llegas al área en cuestión, sin embargo, resulta que es Óscar Cash n’ Carry, negocio local. Y luego vas muy atenta, preguntándote quién será el Atento, viendo mientras pasas mil y un negocio gringo que serían referencias en un paisaje repleto de ellos (fasfúds, olweisnaintináin y cosas así), hasta que ves un letrero que lee, “Atento.” Resulta que es una empresa cagüeña de servicio al cliente. Finalmente, ya de salida de Caguas y habiendo preguntado en su plaza pública –donde pudiste (¡logro nada desdeñable!) tomarte un riquísimo café bajo la sombra de un árbol–, buscas a Crema y lo encuentras, con letrero testigo del pasado, en el edificio pintado de crema del café homónimo. El simpatiquísimo señor que te habló de Crema en la plaza confesó, con amplia sonrisa, tener muchos problemas con la derecha y con la izquierda (creo que pun intended). Pero lo de la calle de Crema fue infalible. Salí del casco de Caguas porque salí.

Y nadie, en todo un día de direcciones en vivo y sin yipiés, te mandó a buscar un wólgrin, un wólmar, ni un macdónal. ¡Uau!

Tomas ese pasadía en Caguas como belleza. Es para ti, para nosotrxs.

2.        Porque tienes a tus sobrinos de campamento…

…buscas desesperadamente opciones para el jangueo con niñxs en el oeste, que no sean, por favor, tipo cajita feliz. Te topas con un anuncio ni de que “Circo en la plaza.” ¡¿Juat?! ¿Circo? ¿En la plaza? ¿De Mayagüez? ¿En esa plaza de cierres y candados? Tú tienes que estar tripiando. Pero dices, bueno, démosle el chot. Le llegas. En un domingo de lluvia. Y allí están unxs muchachxs teatrerxs (se llaman Vueltabajo), que sin apoyo de ninguna parte, han hecho alianzas con varios grupos (¡sí, existen!) de cosas bellas (algunas de Aguada, otras de Añasco, creo que algo de Moca y así…): que si un grupo que hace malabares con cuicas, que si otro que los hace con uniciclos, que si una mujer que, vestida de cuentera fantástica con plumas y flores, pone al grupo de gente a cantar “tua, tua, tué; tu, tué, tu, tué, tamba” mientras hace un cuento ecologista de búhos y hadas, y otras cosas por el insólito estilo. Esa gente arrejuntá por amor (porque, ¿por qué más?) arma, todos los últimos domingos de mes, un circo pobre (en la onda del teatro pobre de Grotowski), que solo precisa de retazos de tela, narices pintadas, paletas de madera, cantería de ropa mezclada, escobas viejas e instrumentos musicales hechos con cartón reciclado. Y, por supuesto, de los chavitos que tú lleves pa echar en el sombrero.

Contra todo pronóstico de lxs contra-puertorriqueñxs, que dicen que este pueblo es incurrrto, que no apoya lo nuestro, que no sabe apreciar lo que tiene, que con un chin de lluvia, catapúm, tóelmundo pa su casa no sin antes provocar desmesurados tapones en las calles, allí se metió un gentío que llenaba más de la mitad de la plaza y calles aledañas, y que desafió el estrépito provocado por los campanazos tanto de catedral como de alcaldía. Les aseguro –es más, estoy dispuesta a jurar– que toa aquella gente, esa tarde de lluvia, fue feliz. Y la plaza dejó de ser testimonio del pasado colonial y del presente apocalíptico para volverse testimonio de otro presente, un presente arte, imaginación, invención ante la tragedia.

Ese domingo el sombrero se quedó corto, muy corto. El piso florecía billetes junto al sombrerito de fieltro.

Al final del primer número, lxs vueltabajerxs nos dejaron con una pregunta “loca,” algo así como: “¿es verdad que en el hormiguero soñar es obligatorio?”

Si el hormiguero es nuestro archipiélago, como crees suponía la pregunta, la respuesta es sí. Es verdad.

Tomas el circo en la plaza como belleza. Es para ti, para nosotrxs.

Y declaras que la belleza, como la poesía, como el sueño, es obligatoria en tiempos de crisis, mientras se revuelca el hormiguero.