Recuerdo la primera vez
que vi a Papel Machete en acción. Fue en el Teatrito del RUM para el 2009. Un batallón de artistas detrás
de una pantalla manipulando títeres, haciendo música y contando historias de
las diferentes luchas de clases que se vivía en el país para entonces. Debo
admitir que nunca había visto algo como aquello. El nivel estético y técnico
era evidente. Se podía apreciar la calidad del trabajo por la precisión y la
originalidad de sus títeres. Pero lo más que me impresionó fue la frescura de
sus libretos. La capacidad y valentía de hablar sobre temas controversiales
como la huelga de maestras del 2008 o la de estudiantes del 2005. La babilla
para denunciar con nombre y apellido a corruptos y de enaltecer con nombre y
apellido a quienes luchan. La astucia de convertirse en un periódico para
quienes buscamos cambiar el país, de reconocer que quienes luchan tienen
derecho a vencer.
La segunda vez que vi a
Papel Machete fue con su títere gigante en la huelga de los Once Recintos en el
2010. Nuevamente quedé impactado. Una de las preguntas que uno se tiene que
hacer cuando empieza hacer teatro es dónde. En qué lugar y para qué público se
hace teatro. La respuesta de Papel Machete: la calle, las canchas, las huelgas,
las barriadas. Llegar a los lugares que habitamos los pobres, los sin futuro.
Pero no se trata de solo salir a la calle, es salir a impactar. A llevar
cuentos de liberación, a desmentir políticos, a agitar comunidades, en fin, a
crear revolucionarias.
Pudiera seguir
recordando y analizando la trayectoria. Entrar en explicar la versatilidad y
utilidad de un títere gigante en una marcha combativa. O cómo pocos años más
tarde el grupo desarrolla un marching band. Atreviéndose a bailar y consignar a
un ritmo que no es plena, como contingente, sin pretensiones fuera del
bienestar de la manifestación y del arte. Pero para eso necesitaría otros
escritos, varios. Mi objetivo no es ese.
Mi objetivo es afirmar
que Papel Machete es sin lugar a dudas una de las colectivas más importantes
del teatro y la lucha local de la pasada década. Y como tal, a pesar de lo que
sus pares puedan pensar, el estado lo reconoce. Sí, muy bien que lo reconoce. A
tal nivel que tras dos días de grandes movilizaciones populares, las compañeras
están bajo el hostigamiento de la Policía de Puerto Rico. Helicópteros y
patrullas merodean las cercanías de la Casa Taller Cangrejera en claro intento
por intimidar nuestros colegas. Desde Vueltabajo repudiamos rotundamente la
persecución selectiva y malintencionada por parte del gobierno.
Responsabilizamos a Ricardo Roselló y a Héctor Pesquera por cualquier daño que
ocurra a la salud e integridad de nuestras compañeras. Y advertimos que no
lograrán acallar las voces del teatro popular y disidente de nuestro país.
A nuestras colegas les
decimos que cuentan con nosotras para enfrentar a estos ladrones hoy y mañana.
Que las calles son nuestras, que la lucha continúa y que con papel y machete
armaremos un mejor futuro. Gracias maestras y maestros.
Un abrazo solidarios desde el oeste,
Mayo 2018
Rau, Eury y Zu
Vueltabajo